lunes, 4 de octubre de 2010

Sobre la Asonada del 30 de Septiembre

A 4 días de ocurridos tan bochornosos incidentes me  animo a escribir al respecto, con el ánimo de dejar plasmada mi opinión. Empezaré dejando claro que  el error más grande que se comete está en buscar comparar al actual Presidente con sus antecesores y a su vez,  dar crédito a las palabras del mismo cuando inculpa a estos como causantes de la farsa acaecida. Para analizarlos es necesario hacerlo por separado, de manera específica, dentro de su contexto de tiempo y espacio  y sin sesgos políticos, filosóficos o religiosos, lo que no es mi propósito en esta nota.
En mi artículo anterior expuse los síntomas característicos del  sociópata que es una disfunción mental en la cual lamentablemente encaja nuestro ilustre personaje.  Lejos de tener filiación política o filosófica encontrada con nadie, expongo mis criterios y lo hago en función de lo que veo y no respondiendo a mis simpatías o antipatías gremiales, grupales, seglares o personales.

Podemos  aceptar que existen "jerarquías" y "escalafones", pero se debe entender que los seres humanos todos, tenemos la misma condición y somos iguales, no somos peor ni mejor que nadie, y sostener que existen mejores seres humanos que otros por la simple razón de decirse “desposeídos”  es una muestra de irrespeto y narcisismo groseros. Podemos lamentar la desaparición prematura de seres humanos y lamentar aún más cuando las causas de esa desaparición obedecen a mezquinos propósitos. Lo del apoyo incondicional de los uniformados caídos a la causa Correista o a la Democracia es cuestionable, porque estamos refiriéndonos a ciudadanos que optaron por un trabajo de riesgo como es la fuerza pública del orden y de defensa.  Otro craso error de apreciación es pretender endilgarles el calificativo de "héroes" cuando los motivos por los que ofrendaron sus vidas no están del todo claros, error común histórico en el que caemos en este país que por tradición tiene una historia plagada de falsedades, mentiras mal elaboradas e inexactitudes.

Cuando vivimos bajo un modelo democrático es evidente que la mayoría se impone a la minoría pero ese proceso bajo ningún concepto debe ser utilizado para desvirtuar y menoscabar el derecho de todos a expresar nuestras opiniones, mucho menos minimizarlas... ¡Eso ya deja de ser democrático!... Se deben aceptar las decisiones tomadas en las urnas, pero jamás pretender obligar a nadie en pleno uso de razón y de goce de sus derechos civiles y constitucionales  impedir, evitar y condenar su necesidad de pronunciarse a favor, en contra o de manera crítica al respecto.  Ya lo dijo el Lord Acton "el poder corrompe... y el poder absoluto corrompe absolutamente"... es decir, so pretexto de un mal entendido sentido de la democracia ¿debemos callar?... ¡no lo creo!

La fortaleza de un estado no está en seguir de manera clientelar y ciega los designios de nuestros líderes, sino mas bien, en cuestionarlos, criticarlos y llamarles la atención cuando sus decisiones y actitudes se alejan del buen sentido, y en referencia a lo ocurrido el 30 de septiembre pues, son muertes y situaciones que no debieron ocurrir porque un verdadero Estadista jamás se hubiera expuesto de la manera en que lo hizo el Excmo. Ciudadano Presidente del Ecuador, tales acciones  solo son explicables en el modelo de conducta explicado en el artículo anterior,  y claro está, por el cálculo aplicado que, sin importar las consecuencias y las víctimas caídas, definitivamente lo que buscó y logró fue ganar protagonismo político, mas no patriótico, y a la vez beneficiarse de la coyuntura para que salgan al paso eximios defensores de lo indefendible.

Es menester puntualizar que la explotación de los resentimientos y la hábil manipulación de las inconformidades sociales lo que llevó en primer lugar a la primera magistratura a Correa, con el agravante de que aún tiene convencida a una gran mayoría de nuestro pueblo de que él es la alternativa correcta, mediante la estrategia de mantener supurando las heridas del odio de clases y el rechazo a las escalafones sociales y económicos, entonces, mal puede nadie esgrimir tales argumentos para defender lo indefendible, es decir, atreverse a combatir a capa y espada las posturas de un personaje irresponsablemente manipulador, egocéntrico, megalomaniático y preocupantemente dueño de un poder casi omnímodo...

Y para finalizar, resulta un insulto a la inteligencia que se esgriman conceptos caducos tales como el de  "La voz del pueblo es la voz de Dios"... ¡Por favor! a dejar las filosofías religiosas de lado... estas son relaciones humanas, son relaciones políticas y es democracia.

Dante López R.

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